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La jauría humana


'La guerra' 120x60 Acrílico sobre tabla texturada

Todavía recuerdo impresionado la magnífica novela de Forton Hoote 'La jauría humana' ('The chase') y el excelente film de Arthur Penn basado en ella.

Un preso que se ha escapado regresa a su pueblo y todos se vuelcan en una cacería al hombre en el fragor de la fiesta del sábado noche como un divertimento social y Marlon Brando, que hace de sheriff, intenta mantener a toda costa la ley y el orden para evitar el injusto apaleamiento del reo.

En ella se definen todos los defectos en los que puede caer una sociedad degradada: corrupción, odio entre clases sociales, violencia por diversión, envidias, celos, avaricia...

Y cada vez que veo estos días la televisión y los acontecimientos que están sucediendo en Cataluña, más los identifico con esta fantástica novela y a la vez terrible historia.

No hay cosa peor que la masa pues cuando la dirige un héroe es capaz de cambiar el mundo, pero cuando la dirige un malvado puede mandar a 6 millones de personas a la cámara de gas.

Como cuenta el cuadro que acompaña a este blog, cuando se levanta la carta de la masa el resultado es imprevisible. Y sigue siendo la misma masa tanto para bien com para mal.

Cuando tenemos un corral lleno de ovejas con la puerta abierta, el líder de la jauría será el primero en probar suerte y si se le permite, muy pronto entrará el resto a aprovechar la oportunidad.

El abusón es aquella persona que sabiendo que existen unas reglas se las salta en su propio beneficio. En caso de no ser corregido, pasarán dos cosas, la primera que se rodeará de personas como él dispuestas a aprovechar la situación, y la segunda que seguirá escalando al no encontrar un freno. Es fácil estar en el lado del abusón y aprovecharse de la falta de reglas, se llama oportunismo. Pero como tal oportunista sólo estará mientras el viento sople a favor.

Para evitarlo debe haber un sistema que le impida hacerlo y que garantice el cumplimiento de las normas y que proteja a los débiles de los abusones. A esto se le llama Estado.

En democracia las reglas y normas de convivencia de un Estado deben ser fijadas tanto por los abusones como por los débiles, y una vez fijadas dotarse de un sistema que controle esas normas, a esto se le llama justicia. El buen gobernante en el juego del poder es el que entiende que ese poder emana del marco legal de referencia que se lo otorga.

En definitiva, un buen estado tiene tres patas: unas leyes, unos gobernantes y una justicia.

El estado de derecho es el triunfo de las democracias modernas pues el imperio de la ley garantiza la seguridad, la paz y que no haya abusones...y la Constitución es el marco legal de referencia.

Saltársela conscientemente es un golpe al estado de derecho.

No someterse a ella es un golpe de estado.

Quien no cumple la Constitución es un golpista.

Los dictadores dan golpes de estado.

El dictador sólo atiende a su ego y por tal está condenado a acabar luchando con otros egos y tiende a su autodestrucción.

El dictador es un abusón.

En conclusión: cuando se cierra la puerta del corral y se deja de alimentar a una jauría, poco tiempo pasará antes de que se devoren entre ellos y desaparezcan.

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